NEIL HARBISSON
EL PRIMER ARTISTA CIBORG, CON UN
IMPLANTE QUE LE PERMITE “ESCUCHAR” LOS COLORES
“Me puedo vestir de una canción si quiero”
Es músico y nació
sin ver los colores por lo que se implantó un chip que convierte los colores en
sonidos. Harbisson reside en Barcelona, donde creó la Fundación Cyborg ,
para ampliar los sentidos con la tecnología.
Por Julia Goldenberg
Neil Harbisson es un artista y compositor
británico-irlandés residente en España, que ha sido reconocido por el Reino
Unido como el primer ciudadano cíborg. Según la Real Academia Española, un
cíborg (cyborg en inglés) es un ser formado por materia viva y dispositivos
electrónicos, es decir, un organismo cibernético. Harbisson nació con una
condición visual llamada acromatopsia o monocromatismo que no le permite
percibir los colores, sólo ve en blanco y negro. En la universidad conoció a
Adam Montandon, un joven licenciado en cibernética, con quien creó el ojo
electrónico (eyeborg) ubicado a presión en su nuca. Este le permite percibir a
través del cráneo frecuencias de luz en forma de frecuencias audibles y así
interpretarlas en una escala de colores. El trabajo conjunto fue reconocido con
el premio británico de innovación otorgado por Submerge en Bristol (Inglaterra,
2004) y con el premio europeo en Interface Design (Viena, 2004). Actualmente es
un reconocido artista residente en Barcelona que contribuye con la difusión de
la cultura cíborg participando de festivales de ciencia y de arte en todo el
mundo. Como respuesta a las cartas recibidas creó en 2010 la Fundación Cyborg,
con el fin de asistir a las personas interesadas en expandir sus sentidos
gracias a la tecnología. Visitará Argentina en noviembre de este año en el
marco del V Foro de Sociedades Digitales que se realizará en Entre Ríos.
–¿Por qué
decidiste intervenir tecnológicamente tu cuerpo?
–Porque nací con acromatopsia, es
decir no puedo ver los colores, percibo en blanco y negro. Yo quería percibir
los colores, y cuando estaba estudiando música fui a una conferencia de
cibernética y comprendí que la tecnología podía ser utilizada para extender
sentidos, entonces comencé un proyecto para extender mis sentidos. El resultado
fue crear un ojo electrónico (eyeborg) que me permite percibir los colores a
través de sus sonidos. En vez de ver colores los escucho, gracias a un sensor
que detecta la frecuencia del color que tengo delante y envía esta frecuencia a
un chip que está instalado en la cabeza; allí el chip transpone a través de
cada color cuarenta octavas hacia abajo hasta que se pueda escuchar el color
que tengo delante. Lo que detecta el ojo electrónico es la frecuencia de la
onda lumínica. Simplemente detecta la frecuencia de luz y transpone la
frecuencia de luz cuarenta octavas hacia abajo de manera que yo pueda
escucharla.
–¿Crees que esto
sólo es posible por tus conocimientos musicales?
–No tiene nada que ver con música,
yo lo asocio a notas para que se entienda. Yo tengo micro-tonos. En la música
sólo hay doce notas en una octava y yo tengo 360 notas. Son micro-notas dentro
de una octava, de hecho es mucho mejor si no tienes ningún conocimiento
musical. No hay ningún tipo de música que tenga esta cantidad de micro-tonos. A
la gente con conocimiento musical le cuesta más aceptar que hay, por ejemplo en
mi caso, más de treinta notas entre un fa y un fa sostenido, cuando en la
música no hay nada más que un espacio en blanco. El del ojo electrónico es un
lenguaje totalmente nuevo que hay que ir aprendiendo, desde detectar la nota
más grave que es el rojo y así sucesivamente.
–¿Cómo se
acostumbró tu cuerpo?
–Las primeras cinco semanas tuve
dolores de cabeza porque era mucha información de golpe, además era todo muy
nuevo. Pero además tenía bloqueadas las orejas porque los primeros años debía
usar auriculares para escuchar los colores. El problema es que estaba
bloqueando mi capacidad auditiva, para poder percibir el color. Pero además
tenía dolores de espalda porque debía cargar una computadora de cinco kilos.
Luego de las primeras cinco semanas mi cuerpo se acostumbró, los dolores de
cabeza se fueron, mi cerebro también se acostumbró a escuchar colores
constantemente. Pero el gran cambio fue cuando dejé de usar auriculares, dejé
de usar las orejas para comenzar a escuchar a través del hueso, de mi cráneo.
En vez de bloquear un sentido para desarrollar otro, pude de esta manera crear
un nuevo sentido.
–¿Así lograste
percibir todos los colores?
–En un principio fue para percibir
los colores que los humanos pueden percibir, pero cuando llegué al punto en que
podía percibir los colores igual que los otros hombres decidí continuar
extendiendo el sentido del color, entonces incorporé los infrarrojos y los
ultravioletas. Por lo tanto, ahora puedo percibir más colores que el ojo humano
y mi objetivo es seguir ampliando este sentido de la percepción visual. Lo
interesante es que con la tecnología puedes percibir mucho mejor que a través
de tu cuerpo. Finalmente mi objetivo se ha convertido en ampliar todos los
sentidos en general. Por eso, hace dos años creé la Fundación Cyborg que es una
fundación que se dedica a crear extensiones cibernéticas para ampliar los
sentidos de quienes lo soliciten.
–¿Cómo cambiaron
los detalles?
–Ha cambiado todo porque el color
está por todas partes, en todos los campos, por lo tanto no es sólo la
percepción del arte lo que cambia. Todo se modifica, desde la comida, la ropa,
la literatura. Como cada prenda tiene una nota acorde a un color, cada mañana
elijo las notas que quiero llevar, entonces puedo llevar un acorde mayor o un
acorde menor. Puedo llevar una melodía o me puedo vestir de una canción si
quiero, dependiendo de la cantidad de colores que pueda ponerme.
–¿Qué transformaciones
ocurrieron en lo social?
–Es un hecho plenamente social poder
relacionarme con el color, cosa que antes no podía hacer. No ver el color te
puede hacer sentir socialmente excluido y percibirlo te inscribe mejor en la
sociedad.
–¿Cómo se te
presentan los espacios?
–Los colores están en todas partes,
por lo tanto se ha modificado muchísimo. Donde vivo he pintado de rojo el
suelo, porque me gusta que suene grave. El lugar donde duermo es todo blanco y
negro, así no suena y puedo dormir tranquilo. En la cocina hay mucho lila,
porque es uno de los colores que no se oyen mucho en la comida y así se
distingue bien. En la puerta antes de salir hay verde que es la nota, como si
fuera el diapasón de los músicos. Es como el color que neutraliza, que está en el
medio y equilibra. Entonces antes de salir puedo recalibrar mi escucha.
Finalmente, la escalera de mi casa tiene doce escalones y cada escalón es de
cada semitono. O sea, el primer escalón es rojo, el segundo naranja, el tercero
es amarillo, y así hasta volver al rojo.
–¿Cómo se define
entonces un cíborg?
–La palabra misma define el sentido.
Viene de organismo cibernético, es cualquier organismo que use la cibernética
como parte del organismo o cualquier elemento cibernético que se sirva de algo
orgánico para su funcionamiento. Yo uso la cibernética como parte de mi
organismo, no sólo porque llevo un elemento incorporado en la cabeza sino
también porque el software y mi cerebro se han unido y han creado un nuevo
sentido. La unión entre el software y el cerebro ha creado un nuevo sentido que
bauticé como “sonocromático”. Este es el que me permite percibir el color como
sonidos y percibir el sonido como colores.
–¿En qué
consisten tus retratos sonoros?
–En vez de dibujar la cara de una
persona, apunto las notas que escucho de la cara y de allí saco un acorde
musical.
–¿Cómo componés
tus pinturas?
–Uno de los efectos secundarios de
escuchar colores es que el sonido también se convierte en color. Cuando alguien
habla, el tono de voz le corresponde a algún color, por eso puedo pintar música
o puedo pintar el discurso de algunas personas. He transpuesto discursos
políticos a color (como por ejemplo del famoso discurso de Martin Luther King)
y reconocidas obras musicales a color. Eso te permite percibir el color dominante
de una persona, o de una pieza musical.
–¿Cuál es tu
definición de la belleza?
–En realidad hay elementos que
pueden sonar muy bien pero que visualmente no me han atraído tanto. Mi
concepción de la belleza ha cambiado porque como todo suena, hay cosas que
pueden sonar bien pero no verse muy bien, o puede verse muy bonito y no ser
armónico al oído. Los cánones de la belleza siempre están centrados en la
forma, cuando escuchas el color no tiene nada que ver con la forma. Por lo
tanto, puede haber un rostro muy atractivo, pero que no suene muy armónico y
viceversa.
–Tu teoría sobre
el color y la cultura es sumamente interesante.
–Hay muchos prejuicios culturales en
torno al color. El color rojo por ejemplo que se asocia con un color pasional,
agresivo, sin embargo el rojo al oído no es para nada agresivo. Los prejuicios
que la gente tiene de los colores no los he heredado. Los colores con
frecuencia más baja son los colores más vulnerables, los más tranquilos, que
son los rojos y los naranjas. En cambio los colores con frecuencia más alta,
tirando a peligrosa, son los violetas. De hecho, el ultra violeta es un color
sumamente agresivo para nosotros, es un color que nos puede matar. Entonces si
yo tuviera que definir cuál es el color que define peligro, pasión o alerta
sería el violeta no el rojo. Para mí el rojo es más bien pacífico. En noviembre
estaré en Argentina, en Entre Ríos hablando de colores y de cíborgs en el Foro
Internacional de Sociedades Digitales.
–¿En qué proyecto
estás trabajando actualmente?
–Estoy intentando conseguir pagar la
operación para integrar el ojo electrónico al cráneo. He presentado esta
operación a un fondo que subsidia desarrollos artísticos de inteligencia
artificial. Estoy esperando a ver si me han seleccionado. Si me han seleccionado,
podré comenzar la operación, y si no me han seleccionado tendré que realizar
algún proyecto de micro mecenazgo o algo así, para poder pagar la operación. El
hospital ha aceptado hacer la operación y ahora sólo me falta encontrar el
dinero.
–¿Cuál es el
objetivo de la Fundación Cyborg?
–Realizamos investigaciones,
colaboraciones con universidades, para crear tecnología, para crearla en el
cuerpo con el fin de extender los sentidos. Cualquiera puede acercarse y pedir
una intervención porque todos los humanos tenemos los sentidos poco
desarrollados, si nos comparamos con otras especies animales. Por ejemplo los
perros pueden escuchar mucho mejor que nosotros, las ratas huelen mejor que
nosotros, hay pájaros que pueden ver más colores que los humanos, los delfines
pueden escuchar a través de los huesos y los tiburones pueden percibir campos
electromagnéticos. Cuando nos comparamos con ellos tenemos los sentidos menos
desarrollados, entonces mediante la incorporación de cibernética en el cuerpo
podemos despertar nuestros sentidos y ampliar la percepción de la realidad. La
cuestión es que yo no creo que a mí me falte nada. Ver en blanco y negro no es
una deficiencia en absoluto, es una condición visual diferente. Yo no estoy
corrigiendo mi condición visual porque sigo viendo en blanco y negro, lo que
hago es crear un nuevo sentido que es oír por vía ósea. Esto es algo que antes
no podía hacer. Yo ahora escucho a través de mi hueso y estoy percibiendo algo
que no puedo percibir visualmente. No estoy reparando, estoy agregando. La idea
es extender mis sentidos. Hay mucha gente ciega que no quiere extender sus
sentidos, y mucha gente que ve muy bien pero quiere extender sus sentidos.
Nosotros diferenciamos a las personas que quieren expandir sus sentidos y las
que no.
–¿Existen
actualmente casos que han sido atendidos por la fundación?
–Bueno, ahora estamos trabajando con
el caso de una chica que solicitó percibir detrás de ella el movimiento. Lleva
un sensor infrarrojo en la nuca para detectar si hay movimiento detrás suyo,
entonces no tiene que girar la cabeza para saber que hay movimiento a sus
espaldas. El infrarrojo crea una vibración cuando hay movimiento detrás de
ella, lo cual le da una percepción de 360 grados.
–¿Creés que tu
caso introducirá una apertura de los derechos civiles en el mundo?
–En 2004 no me dejaban renovar el
pasaporte porque llevaba un aparato electrónico. En el Reino Unido no te dejan
aparecer en la foto del pasaporte con un dispositivo electrónico. Yo argumenté
que el “eyeborg” no era un aparato electrónico, sino una parte de mi cuerpo. El
problema es que ellos tenían que aceptar o no que lo que veían en la foto era
una parte de mi cuerpo. Luego me pidieron más explicaciones, un certificado
médico, etc. Entonces le pedí a mi médico que escribiera un carta contando mi
caso. El escribió que consideraba que el ojo electrónico no era un aparato
electrónico sino una parte de mi cuerpo, una extensión de mis sentidos. Y que
por lo tanto debería aparecer en mi foto del pasaporte. La universidad también
escribió en apoyo a mi reclamo. Al cabo de unos meses aceptaron esta
explicación, y en la foto de mi pasaporte aparezco con el “eyeborg”. Esto abre
una nueva situación para los gobiernos, ya que sienta precedente. Ahora más
gente puede reclamar por que se acepte un elemento electrónico como parte de su
cuerpo. Pero al principio fue un problema que tardó meses en resolverse. Creo
que no ha habido ningún caso más de este tipo. Tengo entendido que en 2014 en
Europa se van a impulsar “leyes robóticas”, donde seguramente aparecerán
cuestiones relacionadas con los derechos de los cíborgs.
–¿Qué límites
presentan los Estados de todo el mundo frente a estos desarrollos?
–Los gobiernos siempre están un paso
atrás de los cambios que se producen en la sociedad. La sociedad siempre avanza
más rápido que las leyes y la burocracia. Por eso es necesario que la sociedad
luche, no sólo los cíborgs, sino también todos aquellos que busquen defender
sus derechos. En el caso de los transexuales, hay algo que compartimos y es que
los humanos no siempre queremos ser tal como nacimos. Los humanos intervenimos
nuestro desarrollo natural en muchos sentidos. Podemos nacer de una forma y
morir de otra si lo queremos.
–¿La afirmación
“Cuando empecé a soñar en colores y a sentir colores fue cuando sentí que el
software y mi cerebro estaban unidos” a qué se refiere?
–La unión y comunicación
software-cerebro fue en tres etapas. Primero se trató de cierto tipo de
información, el software daba información a mi cerebro y yo tenía que procesarla.
El segundo paso fue cuando ya no tuve que procesar y comenzó a ser automático.
El tercer paso fue cuando comencé a sentir los colores y a soñar en colores y
comencé a tener colores preferidos. Primero fue información, luego percepción y
finalmente sensación. El hecho de que mi cerebro comenzó a crear los sonidos
electrónicos fue lo que me producía sensaciones dormido. Los he interiorizado
tanto que los sueño y mi cerebro los puede recrear.
–¿Qué sucedería
si ese software es creado por algún monopolio y eso se introduce en el cuerpo?
–Yo no creo que la gente vaya a
comprar extensiones cibernéticas, por lo tanto no hay peligro respecto del
software. Creo que la gente va a crear su propio software, su propio código de
chip. Lo único que necesitamos es la colaboración con médicos para hacer
implantes. Por la parte técnica no creo que se necesario comprar nada. De hecho
la idea de extender los sentidos es que tú mismo te diseñes un sentido, no que
compres un sentido prefabricado. Este es el gran cambio que planteamos. No
buscamos usar la tecnología como un elemento externo, o como un producto, sino
como una parte de tu cuerpo y uno mismo es el que tiene que crearlo y extender
el sentido propio. Los ojos electrónicos que nosotros creamos no los comercializamos.
El código siempre está abierto, el software es gratuito. Entonces la gente
tiene que desarrollar este ojo a su manera y modificarlo como quiera.
–Existen autores
que consideran que deben aplicarse políticas públicas con el fin de facilitar
el acceso a las tecnologías emergentes. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
–Es necesario que los estados se
hagan cargo, que existan nuevos tipos de hospitales que tengan en cuenta estos
cambios. Deberían haber clínicas cíborgs, donde puedan tratar elementos
electrónicos introducidos en el cuerpo. En estos casos los médicos y los
ingenieros informáticos trabajan juntos. Si yo por ejemplo dejo de ver algún
color, si tengo algún problema con la percepción de algún color y yo no sé si
debo ir a un médico o ir a un ingeniero informático. En este caso yo no sabría
bien de dónde viene el problema, si falla mi cerebro o si falla el software. Yo
actualmente no tengo un lugar donde pueda ir a consultar en este sentido. Tengo
que ir a un lugar o al otro y por eso quisiera que exista una clínica donde se
especialicen en salud y cibernética.
–La historia
muestra que el desarrollo de la tecnología es ineluctable, pero también
demostró que el hombre ha utilizado la tecnología con fines siniestros. ¿No
teme que este aporte traiga consecuencias desviadas?
–Definitivamente esto puede ser mal
utilizado. Pero creo que es como todo, un cuchillo se puede usar para cortar
pan o para matar a alguien. En el caso de los cíborgs o cualquier otro tema, se
puede usar bien o mal.
–La tecnología
tiene una capacidad masiva que pocos desarrollos tienen. En este sentido
requiere de un análisis ético más profundo.
–Nosotros creamos extensiones
cibernéticas con el fin de extender los sentidos y la gente las aplicará de la
forma que quiera. En todo caso las extensiones que creamos son sentidos que
existen en el mundo, son sentidos que algunos animales tienen. No estamos
inventando nada. Es que una cosa es la extensión cibernética y otra cosa es el
uso. Yo no tengo ningún poder en esto.
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